Se pueden definir diferentes factores de
riesgo, entre los que podemos destacar: antecedentes familiares de ansiedad (en
base a la predisposición genética de estos trastornos), ambiente social
conflictivo y otros factores estresantes (problemas económicos, enfermedad
médica, etc.).Nadie es inmune a la depresión o la ansiedad, pero ciertos grupos
tales como los adolescentes, los adultos mayores y las madres primerizas tienen
un mayor riesgo de caer en la depresión y la ansiedad.
A flor de piel
jueves, 10 de mayo de 2012
¿Qué factores de riesgo tiene la ansiedad?
miércoles, 9 de mayo de 2012
¿Puede curarse la ansiedad?
Los trastornos por ansiedad si se diagnostican
correctamente y se tratan de una forma apropiada pueden controlarse y en
algunos casos, resolverse de forma definitiva. De todos modos, la respuesta al
tratamiento y la evolución depende del tipo de trastorno y del control de los
factores de riesgo. Así, las formas agudas de ansiedad, incluyendo el trastorno
por angustia, pueden tener una evolución excelente, mientras que el trastorno
obsesivo compulsivo y el trastorno por estrés postraumático son más difíciles
de tratar y, a menudo, requieren una terapia más prolongada.
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martes, 8 de mayo de 2012
¿Cómo se trata la ansiedad?
Para un correcto tratamiento, en primer lugar
y tras haberse descartado otros problemas médicos que justifiquen la
sintomatología, debe identificarse el tipo de trastorno de ansiedad que padece
el paciente para adoptar las medidas terapéuticas adecuadas. En líneas
generales, el esquema terapéutico consiste en la combinación de fármacos con
psicoterapia. Los fármacos, aunque no curan la enfermedad, pueden ser muy
efectivos a la hora de aliviar los síntomas de la ansiedad. Como norma, se debe
comenzar el tratamiento con dosis bajas que se aumentan progresivamente hasta
encontrar la dosis mínima eficaz. Del mismo modo, cuando se considere que el
fármaco puede ser suspendido, su retirada se hará también gradualmente.Respecto
a la psicoterapia, el explicar al sujeto su enfermedad es parte fundamental de
la misma.Las formas de psicoterapia más empleadas son:
- Conductista, enfocada a cambiar acciones específicas para disminuir o eliminar el comportamiento no deseado. Utiliza técnicas de relajación (como la respiración diafragmática) o técnicas de desensibilización-exposición a la situación desencadenante de la ansiedad.
- Cognitiva-conductista, que enseña al paciente a reaccionar de forma diferente ante situaciones y síntomas que pueden desencadenar ansiedad, tras comprender que sus pensamientos pueden contribuir a modificar la sintomatología ansiosa.
Por último, debemos hacer notar que el
tratamiento debe realizarse de forma individualizada, dependiendo de la
severidad del cuadro y de su repercusión sobre la vida del paciente. El
objetivo del tratamiento de las crisis de angustia es el minimizar su expresión
clínica y reducir su frecuencia. Para ello, se emplean diversos fármacos:
- Antidepresivos: Antidepresivos tricíclicos (imipramina y clorimipramina), inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina o ISRS (fluoxetina, paroxetina, sertralina) o los inhibidores de la monoaminooxidasa o IMAO. Tardan entre 2 y 6 semanas en producir efecto y las dosis deben ajustarse a la respuesta clínica.
- Benzodiazepinas (alprazolam, clonazepam): pueden ser útiles al inicio del tratamiento y posteriormente de forma esporádica, para aliviar los síntomas inmediatos de las crisis y mejorar la ansiedad anticipatoria. Debe vigilarse estrechamente el tratamiento con estos fármacos ya que algunos pacientes pueden desarrollar dependencia a los mismos.
El tratamiento farmacológico se debe completar
con psicoterapia que consiste en explicar al paciente su enfermedad, enseñarle
a reconocer y controlar los síntomas y a realizar ejercicios de relajación. Una
vez lograda una respuesta satisfactoria el tratamiento debe mantenerse entre 1
ó 2 años para evitar las recaídas.En el tratamiento de la ansiedad generalizada
se emplean benzodiazepinas o la buspirona (con escaso riesgo de dependencia a
diferencia de las benzodiazepinas, aunque con un inicio del efecto diferido)
conjuntamente con la psicoterapia.Para el tratamiento de las fobias se ha
comprobado la eficacia de ciertos fármacos como los betabloqueantes, que resultan
especialmente efectivos en la "ansiedad de actuación" (aunque no en
la fobia social general), los IMAO o los ISRS. Las benzodiazepinas pueden ser
útiles para disminuir la conducta de evitación. De todas formas, el tratamiento
farmacológico aislado es ineficaz (presenta una tasa alta de recaídas), por lo
que debe completarse con psicoterapia conductista (técnicas de
desensibilización o exposición, entrenamiento de habilidades sociales, etc.) y
cognitiva (enseñar al paciente a identificar los pensamientos específicos
asociados a la situación productora de ansiedad, ayudándolo a disminuir su
temor a perder el control). Hay que tener en cuenta que sólo se tratarán las
fobias que repercutan de modo significativo sobre la vida del paciente. El
tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo se realiza mediante la
combinación de psicoterapia destinada a la modificación de la conducta junto
con tratamiento farmacológico (ya que éste por si solo suele ser ineficaz). Los
fármacos más indicados son: la clomipramina (ATC) y los ISRS (fluoxetina y
fluvoxamina); estos últimos pueden ser los de elección puesto que presentan
efectos secundarios más leves que la clomipramina. En casos rebeldes, pueden
emplearse también como coadyuvantes la buspirona, un neuroléptico o una benzodiazepina.
Cuando se consigue una respuesta terapéutica es necesario un tratamiento de
mantenimiento a largo plazo.En los trastornos por estrés, las situaciones
agudas suelen ser autolimitadas y se tratan con benzodiazepinas durante un
breve período de tiempo y psicoterapia de apoyo. El tratamiento del trastorno
por estrés postraumático es más complejo; incluye el uso de fármacos como:
antidepresivos tricíclicos (imipramina, amitriptilina), IMAOs (fenelzina), ISRS
(tioxetina, sertralina, paroxetina), trazodona (antidepresivo sedante utilizado
en ocasiones para corregir el insomnio) y otros fármacos (carbamazepina, ácido
valpróico, alprazolam). Junto a la terapia farmacológica es preciso realizar
psicoterapia, fundamentalmente conductista y dirigida a ayudar al paciente a
superar las conductas de evitación, así como a afrontar el miedo a la
repetición de la experiencia traumática.
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¿Cómo se diagnostica la ansiedad?
El diagnóstico se efectúa por la clínica,
debiendo excluirse primeramente toda una serie de trastornos médicos que pueden
cursar con ansiedad. Se debe interrogar al paciente sobre sus síntomas,
acontecimientos vitales que pudiesen influir en la clínica y antecedentes
familiares.Además, el médico orientado por la clínica realizará una exploración
física y en determinados casos una serie de pruebas complementarias, como
pueden ser: determinación de hormonas tiroideas, electrocardiograma,
electroencefalograma, hemograma, radiografía de tórax, etc.
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domingo, 6 de mayo de 2012
¿Qué complicaciones tiene la ansiedad?
Los trastornos por ansiedad repercuten en la
actividad psicosocial del individuo limitando su libertad personal. En el
trastorno de angustia si no se realiza un diagnóstico precoz y un tratamiento
adecuado, el paciente puede acabar desarrollando un cuadro de agorafobia
(crisis de angustia, ansiedad anticipatoria o miedo a padecer nuevas crisis, conductas de evitación-agorafobia). Algunos pacientes presentan crisis o
subcrisis durante años, siendo posible que se mantengan en un estado de
ansiedad flotante que puede llevar al diagnóstico erróneo de ansiedad
generalizada. Por último, si se hacen crónicos pueden aparecer estados de
hipocondría y/o desmoralización, depresión, suicidio y abuso de tranquilizantes
o alcohol. Los enfermos con ansiedad generalizada pueden alcanzar una fase
crónica en la que persiste la sintomatología de forma atenuada, junto con
tristeza, apatía, desinterés, etc., que expresan el agotamiento y rendición del
individuo.Los pacientes con trastornos por estrés tienen un mayor riesgo de
desarrollar otros trastornos por ansiedad, trastornos del estado de ánimo
(depresión) o abuso de sustancias psicoactivas.
¿Cómo puede evolucionar la ansiedad?
En general, podemos decir que los trastornos
de ansiedad siguen un curso crónico con oscilaciones, si bien hay que destacar
algunas peculiaridades. De este modo, el trastorno por angustia puede llevar al
individuo a desarrollar una ansiedad anticipatoria que desemboque en un
síndrome agorafóbico, así como en otras complicaciones que veremos
posteriormente. La ansiedad generalizada sigue un curso crónico persistente. En
las fobias, la ansiedad únicamente aparece en presencia de situaciones
específicas e identificables. En el trastorno obsesivo-compulsivo algunos
pacientes pueden experimentar un empeoramiento progresivo con una severa
incapacitación. Por último, ya hemos hablado de la diferenciación del trastorno
por estrés en agudo o postraumático; este último a su vez, podía ser agudo,
crónico o demorado.
sábado, 5 de mayo de 2012
Síntomas de la ansiedad
Las manifestaciones clínicas son
variables dependiendo del trastorno de ansiedad del que se trate.
- El trastorno por angustia se caracteriza por ataques recurrentes e inesperados de crisis de angustia (panic attacks). Una crisis de angustia es un episodio repentino de intenso miedo o malestar, acompañado de al menos cuatro de los siguientes síntomas: palpitaciones o taquicardia (ritmo cardíaco acelerado), disnea (falta de aliento) o sensación de ahogo, miedo a morir, mareo o sensación de inestabilidad o sensación de pérdida de conciencia, temblor o sacudidas musculares, dolor o molestias precordiales, sudoración, escalofríos, náuseas o molestias abdominales, parestesias (hormigueos o tumefacción), miedo a volverse loco o a perder el control, sofocación, desrealización (sentimiento de irrealidad) o despersonalización (sentimiento de separación de uno mismo). Los síntomas alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 minutos y el cuadro tienen una duración limitada y breve (generalmente entre 15 y 30 minutos). Al menos alguno de estos episodios aparece de forma inesperada, aunque en otras ocasiones pueden aparecer en relación con alguna situación determinada que a los pacientes les produzca estrés o miedo. Los ataques van seguidos, durante al menos un mes, de preocupaciones persistentes por la posibilidad de padecer nuevas crisis y por sus complicaciones y consecuencias, o bien por un cambio significativo del comportamiento en relación con las crisis. Este hecho hace que algunos pacientes desarrollen ansiedad anticipatoria (miedo a que la crisis se repita).
- El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por una preocupación persistente, excesiva, que aparece la mayor parte de los días durante un período de al menos 6 meses, en relación con ciertas actividades o acontecimientos. Esta preocupación se asocia a tres o más de los siguientes síntomas: inquietud o sensación de estar atrapado o al límite, fatigabilidad excesiva, dificultad para concentrarse o bien la mente se queda en blanco, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del sueño (dificultad para dormir o para mantenerse dormido, sueño inquieto no reparador).
- La agorafobia es el miedo a encontrarse en lugares o ante situaciones de las que puede resultar difícil escapar, o en las que no es fácil conseguir ayuda si la persona se siente súbitamente incapacitada. Como consecuencia, el individuo desarrolla una conducta de evitación hacia esas circunstancias que le parecen amenazantes. El temor disminuye si se va acompañado de una persona de confianza. Las situaciones agorafóbicas típicas incluyen: estar solo y lejos del hogar, estar entre una multitud (haciendo cola, en un teatro, restaurante, en el metro...), estar sobre un puente, etc. La mayoría de los pacientes con este problema presenta crisis de angustia, las cuales provocan una ansiedad flotante que acaba cristalizando en un síndrome agorafóbico; pero en otras ocasiones, estas personas no tienen historia de ataques de pánico aunque si presentan miedo a síntomas que pudieran ser incapacitantes o embarazosos, como por ejemplo mareos o diarrea.
- Los cuadros fóbicos se caracterizan por miedo intenso y persistente a situaciones o determinados objetos, de modo que en esas circunstancias el sujeto sufre una reacción de ansiedad inmediata. El individuo reconoce que su temor es excesivo, desproporcionado e inmotivado. Se pueden distinguir entre fobias simples y fobia social.
- Las fobias simples más frecuentes son las zoofobias (miedo a determinados animales), la hematofobia (miedo a la sangre) y la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados).
- La fobia social es el miedo a ser observados y evaluados por terceras personas, el temor a encontrarse en situaciones en las que se podría hacer el ridículo. La más frecuente es el miedo a hablar en público. Otros ejemplos son: el temor a usar los urinarios públicos, a conocer extraños, a comer en público, etc.
- El trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por pensamientos obsesivos y comportamientos compulsivos que conducen a pérdidas de tiempo significativas o producen un marcado malestar o a un deterioro de la actividad cotidiana. Las obsesiones son pensamientos o ideas recurrentes y persistentes que el individuo interpreta como inapropiadas y fuera de su control aunque las reconoce como propias; le causan un profundo malestar y muchas veces intenta ignorarlas, evitarlas o neutralizarlas con otras ideas o actividades (compulsiones). Ejemplo de ellas son: pensamientos de contaminación (infectarse al tocar a otras personas), ideas repetidas de violencia, dudas, etc. Las compulsiones son conductas repetitivas (lavado constante de las manos, comprobaciones reiteradas de si se ha cerrado bien una puerta, recuentos...) que el individuo se siente obligado a hacer en respuesta a una obsesión o a ciertas normas que debe seguir estrictamente. Su objetivo es prevenir o aliviar la ansiedad o algún acontecimiento negativo, pero no proporcionan placer o gratificación.
- En el trastorno por estrés los síntomas aparecen tras una experiencia extremadamente traumática que produce intenso miedo y sentimiento de desamparo (por ejemplo, bombardeos, terremotos, tortura, violaciones...). La reacción puede producirse poco después del suceso (trastorno agudo por estrés, que dura menos de 4 semanas) o bien, de forma más tardía y en forma de episodios recidivantes (trastorno por estrés postraumático o TEPT). El TEPT puede ser agudo (si dura entre 1 y tres meses), crónico (de más de tres meses de duración) o demorado (se inicia 6 meses después del acontecimiento traumático). Los pacientes reexperimentan el suceso (tienen pesadillas, recuerdos recurrentes e invasores, malestar psicológico ante todo lo relacionado con el acontecimiento y sensación de que volverá a pasar de nuevo), presentan un nivel de alerta (arousal) aumentado (insomnio, irritabilidad...) y como consecuencia de todo ello desarrollan conductas de evitación con restricción a la hora de expresar sus emociones y distanciamiento de las demás personas. Además, el individuo puede no recordar aspectos concretos del suceso traumático (amnesia psicógena).
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